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A mi hijo

Ven aquí… Deja que te cuente, mi niño, una historia que abuela en la gloria a papá le contaba. Que un muerto es más sabio que un vivo en la calle, y tenía el detalle de hacerlo bajito cuantito soñaba… Y era un niño pastor que jugaba a ser Dios con las nubes al viento, dibujando monumentos de blanco algodón. A él no le faltaba más que una simple pelota para acostarse libre como una gaviota. Y el niño despertó un día y ya no creía porque era grande, porque más grande que las gaviotas eran sus gobernantes. Rateros y grifotas. Y el grande del niño huía porque sabía que si pensaba e imaginaba volar, las hienas las alas le cortaban… Y le ponían cadenas… Ven aquí… Deja que te cuente, mi niño, la historia. Abuela en la gloria y mamá con tu cuna, para que la Luna te guarde las noches y vueles igual como lo hacía tu padre. Ya sea en papel, la música, el encuadre al lienzo el sexto sentido…  Pintar ese cohibido sueño de lib...

Deeply Outside

Ahora que el viento ha callado, y no se escuchan los versos del réquiem del hombre armado que tanto ha entonado esa misma canción. Que el pobre es rico de panes, y el rico vive sus días. Ahora que no hay temor de abrir vano y portón y ya entró la alegría.

Light of Summer Judgement

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San Lorenzo llora . Sus lágrimas vierten estelas de nieve que se precipitan en los ojos de los que miran el cielo nocturno que inspira nostalgia, deseos, nuevos propósitos, poemas, canciones, y otras miradas que conforman el preludio de un acto en el cual los labios se funden y danzan bajo la luz de las estrellas.

Moulain moi.

Oh lala , que he descubierto lo que mon coeur nos decía… Que soy todo moins poeta y debo dejar de dar guèrre. Que el garsón que tú ves no anda con la poesía. Que igual toqué su piel, pero que no debía. Y ahora vive cohibida. Temor de que vuelva a su vida y que tremble la tèrre …

Lonely St.

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Quiero que llueva. Es más, quiero que truene. Que la carretera se inunde, que las gotas caigan como cuchillos, que los árboles huyan con los gatos, que los coches queden vetustos e inutilizables al instante, que las farolas chisporroteen de rabia incontenible, que el viento brame con fuerza y que la noche no sea tan ella misma sin esa tela acribillada de punzadas redondas que deja entrar la luz.