A mi hijo



Ven aquí…

Deja que te cuente, mi niño, una historia
que abuela en la gloria a papá le contaba.
Que un muerto es más sabio que un vivo en la calle,
y tenía el detalle de hacerlo bajito cuantito soñaba…

Y era un niño pastor
que jugaba a ser Dios con las nubes al viento,
dibujando monumentos de blanco algodón.
A él no le faltaba más que una simple pelota
para acostarse libre como una gaviota.

Y el niño despertó un día
y ya no creía porque era grande,
porque más grande que las gaviotas
eran sus gobernantes. Rateros y grifotas.

Y el grande del niño huía
porque sabía que si pensaba
e imaginaba volar, las hienas
las alas le cortaban…
Y le ponían cadenas…

Ven aquí…

Deja que te cuente, mi niño, la historia.
Abuela en la gloria y mamá con tu cuna,
para que la Luna te guarde las noches
y vueles igual como lo hacía tu padre.
Ya sea en papel, la música, el encuadre
al lienzo el sexto sentido… 
Pintar ese cohibido
sueño de libertad…
Tú vente, nace ya, y enséñame a volar,
que yo es que no he podido…

Comentarios

  1. Es una pena eso de perder la inocencia de ser un niño, pero no por eso debemos limitarnos, crecer solo es cosa del tiempo.

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  2. Depende de lo que entendamos por "crecer". Hay ancianos que no han crecido a pesar del tiempo. Los adultos no deberíamos perder esa inocencia. De camellos a leones, de leones a niños. Crecer para mí significa ser sabio. El proceso podría ocupar más de una vida si nuestro ego es mayor que nuestra capacidad para seguir siendo creativos y humildes en un mundo oligárquico-mercantilista.

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