Deeply Outside

Ahora que el viento ha callado,
y no se escuchan los versos
del réquiem del hombre armado
que tanto ha entonado esa misma canción.

Que el pobre es rico de panes,
y el rico vive sus días.
Ahora que no hay temor
de abrir vano y portón
y ya entró la alegría.




Ahora que al medio ambiente

l
o hemos guardado con mimos de tierra
y en la caja otro mimo de mares,
dos ojos brillantes de agua,
los que dan con mi cara
si no queda cama pa´darnos más guerra.

El tiempo paró,
como quien se para al verlo a él al meditar,
y con un saludo de respeto se inclinó.
La mujer más vieja se llamaba Eternidad.

Y fue tal parón,
que el planeta entero se apagó y volvió a encender
y nos encontramos con que estábamos tú y yo
con nuestra vergüenza a la manera del nacer.

Y de ese edén me den, quisiera,
el primer de los pecados.
No del morder que tú has dado,
sino a ti, mi compañera.

Ahora, Eternidad, que no te vaya a oír,
que sé que tienes la costumbre
de venirte aquí a morir,
donde por más que yo te sueñe
me despiertas con tus nanas.
Y ahora que la utopía
brindó al alma mía cañón y metralla,
te siento cercana.

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