A las estrellas

Playa marina y sensata.

Playa sin puerto y gaviota.

Playa de arena remota,

con la espalda rota de calcio y marfil.

De la que vienen los presos

de la vida añil,

del ocre agotando tiempos.

Esa, de la que tuvo un templo,

el que por amor una vez destruí.


Dame el agua de la vida,

que ando un poquito insensato

porque me falta romero.

Y de las conchas hiedra negra brota,

y no sé por qué olor morir primero.


Playa del peso de Damocles,

cerrojo latón.

Una barquilla sin redes.

Será cosa de este canto que hago yo.

Será que tú no lo quieres.



Olas de plata divinas.

Divinas porque no hay plata:

recorren con contoneos

mi marchito corazón,

y no les pago la cuenta.

Necesito un equilibrio,

entre que caen una a una.

Lo que no me ha dado el Sol,

por favor, lo dé la Luna.


Playa de los besos tímidos,

puñales de sirena.

Playa, la toalla fría

que en el verano me llena.

Sin romero y sin hiedra,

pues a plantar ya hierbabuena.


San Lorenzo llora hijos

y Neptuno los devora.

¡Ay, playa, valiente cuadro!

Es que, maldita la hora...

En la que di sepultura

a esta pluma que por ti me llora.


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