La mujer


La mujer que atraviesa el cristal de mi cama
cuando mi mente lo hace entre flechas de sueño.
La mujer que su día lo afronta de esclava.
Y la otra que es tan libre que se cree la ama
del mismo capital, que en verdad es el dueño.
Mujer, de nombre de hombre, de lucha y empeño,
que es la única capaz de darle de una vez
mujer al nombre de mujer.


Y la mujer, la que en su haber
codicia su poquita juventud
recordando a aquel amor idealizado
y el andar no la ha cambiado.
Y mujer, la que emborracha
su codicia en el vino del odio,
con el falso cartel de mujer
y encerrada en el llanto.
La mujer, esa que viene tanto
escondida a leerme…

La mujer, la sabanera
del viento y el arpegio,
del mar de cualquiera .
La mujer que ahoga
los suspiros de todito el olivar…



Del abanico en verano,
del patio lejano entre los tendederos.
Siento recordar su piel,
porque sabes, mujer,
que a tu niña aún la quiero…
Y ella no me va a querer…
Porque hoy quiero a una mujer,
de aquel querer del fruto maduro.

Y la mujer que abre la madrugada
y la limpia hechizada,
arrugada en la calle, de casa a astillero.
Está sola. No importa. Le sobra el gentío,
pues es la única que de entre todos 
a quien ve es a mí,
y esa es la madre que me ha parío.

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