Fuegos lejanos

Fuegos lejanos que reverberan sobre la leña agrietada tratando de acariciar las estrellas ayudados del viento cálido.


Una imagen en su vientre dorado, un recuerdo que no seca los ojos, que los mantiene fijados en la vorágine intermitente e interdimensional.
Las olas del mar suben y bajan actuando bajo el papel de un corazón palpitante en un teatro adornado de máscaras danzantes. Las canciones no callan, redoblan. El telón no baja. El guión fluye eterno, tomando parte activa en la sublimación de las energías producidas por la transmutación de los cuerpos en conchas, arena, piedras preciosas, espuma.
El espejo refleja un macrocosmos presuntamente adventicio y tú, y tu alma y tu mente y tu espíritu redundando, bajo el calor del fuego de esa escena que no cesa, de ese telón que no calusura el teatro, de esa jornada que el Deus Ex Machina no decide abruptamente, bajo la misma idea:
Mi aliento es gélido.

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