Una suerte de magia.

Bello sería que hiciera Magia con solo tinta,
un folio níveo implorando a gritos ser ensuciado,
mi pluma ajada, negra y marchita de ave extinta,
y tú a mi vera mientras me pintas envenenado.

Bello sería que la Magia mía
hiciera al humano aquel niño de ayer,
que jugaba y mordía manzanas
y no rendía cuentas a su desnudez.
Y más bello que eso que es tan Mágico,
viniera el viento con una canción
y llevara al niño hacia el espacio,
porque en este mundo no me quedo yo.

Magia al verle algún sentido
a mis pies tullidos por todas las rocas
mientras mis manos se atrapan
y la lengua se achanta y me calla la boca.
Magia con libertad, sin conejo y sin chistera.
Magia sin bien ni mal fuera.

Bello sería un gran birlibirloque
y despertar y que después no toque
soñar todo el día.
Un vuelco mi alma daría...
¡Ay, qué bello sería ser poeta también!

Bella serías, quietud,
si no fuera porque sé
que vienes cuando no hay salud.

Bello sería que de algo valiera
hacer Magia en mi mente
para borrar la yema de tus dedos
tocando mi cara,
cuando de malas lloro
porque veo que me traga la gente.

Magia, de la negra e impía...
Qué bello sería haber esto pintado
con pluma de cuervo níveo, envenenado
por un folio negro ajándose en tinta,
que a imploro te contenía
a mi vera marchita y gritando decía:

“¡Mujer extinta, nunca más amado!”.





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